Los habitantes del norte y centro de Europa recordarán el verano de 2018como uno de los más calurosos de las últimas décadas. Tanto, que incluso los turoperadores notaron un retraso en las reservas de viajes ¿Para qué ir al extranjero si uno ya podía disfrutar de un excelente tiempo en el propio país?
El día 31 de julio, el turoperador Thomas Cook admitía en su balance semestral: “Los clientes de todos los mercados europeos están retrasando las decisiones sobre sus vacaciones de verano ya que disfrutan de temperaturas récord en sus países”.
De hecho, el Reino Unido atravesó este verano la ola de calor más importante desde el año 1976. Las temperaturas llegaron a los 33 grados centígrados en Londres. Las autoridades incluso lanzaron advertencias a la población sobre riesgos por insolación.
Con esas temperaturas y tiempo soleado durante semanas y semanas, no faltaron en los diarios británicos listas de destinos turísticos recomendados donde veranear sin salir del país.
En otros mercados emisores europeos (Alemania, Suecia...) sucedió tres cuartos de lo mismo este verano. ¿Adiós a las vacaciones en España? ¿Serán las “staycations” el fenómeno emergente del futuro?
Clima, factor clave para viajar
Cabe recordar que el Reino Unido es el mercado emisor de turistas número uno para España: cerca de 18,7 millones de británicos viajaron a nuestro país el año pasado.
Y uno de los motivos principales que explican por qué tantos viajeros ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses suben a un avión es precisamente el clima.
En este sentido, y según los datos que monitoriza Turespaña, el 70% de los británicos que viaja a España lo hace movido por la necesidad de consumir sol y playa. Y el 92% de los viajeros se desplaza a destinos de costas e islas.
"La valoración que el británico hace del clima de España es clave en su decisión para viajar a nuestro país”
Para Javier Piñanes, director de la Oficina Española de Turismo en Londres, “son muchos los factores que influyen a la hora de tomar la decisión de viajar: la distancia, la seguridad, la relación calidad/precio, las mayores o menores trabas burocráticas para los desplazamientos, etc".
"Y España, prácticamente en todos esos factores, se revela como un destino ideal. Pero sin duda la valoración que el británico hace de nuestro clima es clave en su decisión”, añade Piñanes.
No obstante, ¿qué podría ocurrir si veranos tan calurosos como el de 2018 se van a repetir en el futuro en los principales mercados emisores?
Anomalía anticiclónica
Según explica el doctor en físicas Agustí Jansá, meteorólogo del Estado jubilado y exdelegado de AEMET en Baleares, en los meses de mayo y junio se produjo una “fuerte anomalíca anticiclónica sobre el norte de Europa, islas Británicas incluidas”.
Dicha anomalía se tradujo en un mejor tiempo respecto a lo que se considera normal respecto a la media de los últimos 30 años, tanto en el Reino Unido como en los países escandinavos.
En cambio, en España el tiempo fue peor de lo que es normal. Pero no está claro que la anomalía de 2018 haya sido provocada por el cambio climático.
Las proyecciones climáticas apuntan a un cierto calentamiento durante el verano en el Reino Unido durante las próximas décadas
Sin embargo, para los próximos 20 años, las proyecciones climáticas para Gran Bretaña sí apuntan a un mayor calentamiento en los meses de verano, aunque menos en comparación con el incremento que se espera en la región mediterránea. “En 20 años, poco calentamiento se notará en Gran Bretaña”, dice este experto.
Por tanto, puede ocurrir perfectamente que el verano de 2019 en el Reino Unido vuelva a ser el habitual: inestable y lluvioso. Lo que significará tema de conversación para los británicos (el tiempo, sea bueno o malo, es un asunto que les fascina) y buenas noticias para el sector turístico español.
Repercusiones en España
En cualquier caso, para la industria turística española los riesgos van mucho más allá de que se repitan veranos calurosos en el norte de Europa, lo que podría alterar la demanda de viajes en el futuro.
Ese mismo cambio climático también podrá tener repercusiones a nivel local en un futuro próximo.
Cabe recordar que en el verano de 2017 se registraron cinco olas de calor, todas ellas en Península y Baleares, lo que constituyó un nuevo récord desde 1975.
Y en los últimos 42 veranos, se aprecia cómo las olas de calor son cada vez más frecuentes, al mismo tiempo que también aumenta el número de días con temperaturas máximas así como el número de provincias afectadas.
Una ola de calor puede generar insatisfacción entre los visitantes, además de disparar el consumo de agua y el coste energético debido a un mayor uso del aire acondicionado en los hoteles.
El calentamiento también puede tener consecuencias sobre la flora y fauna: plagas de medusas, invasiones de algas, especies invasoras...
Además, veranos más cálidos también pueden causar alteraciones sobre la flora y fauna: plagas de medusas (este verano ha habido varios episodios); invasiones de algas en las playas; propagación de especies invasoras...
Cabe apuntar que las plagas de medusas se producen en ciclos naturales de 10 ó 15 años, aunque los investigadores trabajan con la hipótesis de que estos periodos se hayan acortado por diferentes factores, entre ellos el calentamiento global.
En suma, el sector turístico deberá mantener la vista fijada sobre el termómetro.
Este reportaje ha sido publicado en la revista HOSTELTUR de septiembre y se puede descargar como PDF a través de este enlace.